sábado, 12 de diciembre de 2009

¿Quién tiene el corazón de plomo?

¿Usted conoce a Ira Rennert?, no es un actor, no es un cantante ni mucho menos un presidente de algún extraño país. Le presento al multimillonario industrial americano quien cuenta con un largo y documentado historial de severos abusos ambientales según la
Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos. Además, considerado «el peor contaminador privado» de su país en 1999 por el cineasta Michael Moore quien dirigía la serie de televisión «The awful true» (La cruda verdad); no contento con contaminar su patria, Ira contamina de igual manera el Perú, ¿qué empresa?; para su asombro, es nada mas ni nada menos que Doe
Run.
La cual viene contaminando hace ya más de diez años al pueblo de La Oroya. Esta situación que
forma parte de noticias pasadas y olvidadas no deja de sucumbir a su población, generándoles no
solo enfermedades crónicas y pobreza, si no una muerte en vida para un pueblo prácticamente
olvidado.

Para buen gusto del televidente, el estado a inaugurado el primer hospital minero de ESSALUD en La Oroya, regalándole una sonrisa a cada uno de los ingenuos que creemos ciegamente (me incluyo) que es una supuesta solución para el lugar. ¿Puede ser? Lamentablemente se necesita mucho más que eso para detener la contaminación, pero ¿qué se puede hacer cuando el pueblo acepta esto?
La población de La Oroya esta dispuesta a seguir siendo contaminada con tal de seguir trabajando en la mina, es decir, «de tripas corazón», aguántate morir de cáncer, sigue mirando a tus seres queridos agonizar en sus dormitorios, el trabajo es asegurado y tienes pan para cada día, si es que tienes suerte de despertar. La Oroya ha empeorado cada vez más, tanto así que en
setiembre del 2007 fue incluida dentro de la lista de los diez lugares más contaminados del mundo junto con Chernobyl, en un estudio realizado por el Instituto Blacksmith en Nueva York.
«La población de La Oroya esta dispuesta a seguir siendo contaminada con tal de seguir trabajando en la mina»
Los miles de kilos de plomo, cadmio y arsénico que son emitidos diariamente por la fundición, quedan atrapados en los estrechos cañones que caracterizan La Oroya creando una especie de cámara de gas constante, que es absorbida por la población de La Oroya, y que viene causando la aparición de daño cerebral irreversible en los niños, cáncer, e incluso la muerte. La contaminación es tan desenfrenada que más del 99% de los 12.000 niños que viven en La
Oroya, tienen la sangre envenenada con plomo.


Entonces, ¿a quien cae esta responsabilidad?, ¿a los que la ocasionan?, ¿a los que la aceptan?, ¿a los que la permiten?, ¿Quién tiene el corazón de plomo?... depende de nosotros seguir ignorando este tipo de información o de investigar y apoyar a un pueblo que sigue sumergido en el olvido. Ustedes deciden.

Saavedra Huapaya, Mayra

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